Abuelito

Porque sé bien que una despedida
No haría de ninguna forma menos dolorosa tu ausencia, sin embargo me habría dado algún tiempo de un último abrazo, algún valioso consejo, algún chiste o un cuento, de esos que siempre tenías a mano, tuve la suerte de escucharlos también repetidamente, aunque admito en ese momento llegara a cansarme ahora sé lo valioso que fue, cada segundo compartido, el tiempo no es justo - tu siempre estuviste allí- eres en mi vida personaje central, responsable de enseñanza y carácter.
Extrañar tus defectos ahora puede sonar gracioso - tus horarios y menús- la forma en la que dejabas Claro que el mundo es una porquería- las quejas por el ruido que hacían los niños mientras hacías la siesta en un lugar tan oportuno como junto al ventanal.
Cosas como poner la mesa y encontrar tus cubiertos especiales - la cantidad de hielos que ponía en tu vaso - por tu nariz- que me repitiera constantemente que debía descansar.
Las tardes y noches que me sirvieron de introducción a la música, conservo y atesoro las canciones, la cerveza, el whiskey, el Santa Teresa y los pasapalos - también me gusta la fiesta-
Me perdía en tus libros, en los jardines que tanto cuidaste, imaginé guerras - con el ejército que guardabas en el fuerte de las vitrinas de cristal, me soñaba paseando en uno de esos carros brillantes de colección - que debíamos limpiar con cuidado - y no tocar-
Aprendí también un nuevo mandamiento “no estorbar” el primero de todos, a meterme en mi plato y aque el postre es mejor en ponchera.
Abuelito... Son tantas cosas, las idas al mercado divertidas, donde las chucherías eran lo primordial. Los cumpleaños compartidos, saber que después de felicitarte a ti, al día siguiente sería mi día. 
Ahora no estás aquí y a pesar de todo sabes que sigues por aquí... - pero extraño que me des la bendición- no debo decir que todo era paz entre los dos, a medida de que crecía, pero te seguía amando con la inocencia de la niña que siempre admirará a su abuelito. 

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